Vivimos en un mundo microbiano. De hecho, en nuestro cuerpo viven unos 48 billones de bacterias, 60 billones de virus y varios miles de millones de hongos. Todos felices y contentos.

La Cándida albicans es uno de esos microorganismos. En concreto es un hongo. Una especie fúngica asociada a las mucosas que en circunstancias normales, se comporta como un microorganismo comensal y no causa daño a nuestra salud. Pero si prolifera de forma anárquica se convierte en patológico. En ese caso se le llama candidiasis.

Este hongo está presente sobre todo en las mucosas oral, digestiva y genital y es una de las especies más abundantes de nuestro micobioma, la fracción de nuestra microbiota que conforman los hongos. La candidiasis intestinal surge cuando por varios factores se deprime el sistema inmune y se desequilibra la flora intestinal, causando un crecimiento excesivo.

¿Qué función tiene este hongo?

La C. albicans la comparo como un ave de carroña. Su función principal en el metabolismo humano consiste en:

  1. Eliminar cualquier resto de carbohidratos mal absorbidos que se encuentra en nuestro sistema gastrointestinal a causa de una mala digestión, además de fermentar los azúcares.
  2. También tiene la capacidad de absorber cierta cantidad de metales pesados para evitar que entren en nuestra sangre, por lo que podrían tener una función “quelante” en nuestro cuerpo.
  3. Y se le atribuye un papel en la maduración del sistema inmune, mejorando la respuesta frente a ciertas infecciones.

Síntomas de la candidiasis intestinal

Los órganos más frecuentemente afectados son el sistema digestivo (candidiasis intestinal o candidiasis digestiva). La Candida albicans vive a expensas de bacterias buenas como las bifidobacterias y su excesiva presencia genera unas consecuencias y síntomas como:

  • Fatiga.
  • Pérdida de memoria.
  • Deseos de comer dulces.
  • Mal aliento.
  • Capa blanca en la lengua.
  • Tener la cabeza nublada.
  • Desequilibrio hormonal.
  • Dolores articulares.
  • Baja lívido.
  • Problemas digestivos (gases, hinchazón, diarrea…).
  • Sistema inmune débil.
  • Enrojecimiento, inflamación y picor de la mucosa anal.
  • Pérdida de peso.

¿Por qué se produce un aumento de Cándida albicans?

  • Cursos repetidos de antibióticos; Este tipo de tratamientos producen disbiosis intestinal, ya que, al verse mermados los competidores bacterianos, se favorece la colonización y la expresión de factores de virulencia por parte de C. albicans.
  • Tomar tratamientos que alteren la inmunidad (corticoides, inmunosupresores, quimioterapia, etc.); El estado del sistema inmune también puede facilitar el paso de C. albicans desde microorganismo comensal a patógeno.
  • Inmunosupresión (congénita, relacionada con el VIH o relacionada con el trasplante). En personas con el sistema inmune comprometido, puede llegar a producirse una infección sistémica por C. albicans.
  • Embarazo o niveles elevados de progesterona. Durante el embarazo los niveles de progesterona aumentan, induciendo a las glándulas endometriales a producir glucógeno, lo cual favorece el crecimiento de las cándidas vaginales. Por otro lado, unos niveles altos de progesterona pueden provocar resistencia a la insulina, causando un exceso de glucosa en la sangre y favoreciendo el crecimiento de las cándidas.
  • Una alimentación rica en azúcares, hidratos de carbono y alcohol.
  • Estrés crónico. Con el estrés aumentan los niveles de cortisol y de glucosa en sangre. Así se deprime el sistema inmune y se destruye la flora bacteriana intestinal.
  • Diabetes: En un diabético tipo 1 o tipo 2, los niveles de azúcar en la boca y otras mucosas son tradicionalmente más altos y esto puede suponer un mayor riesgo de desarrollar un sobrecrecimiento de cándida.

 

Hay varias maneras de diagnosticar la candidiasis

  1. Test de la arabinosa en orina. Es un tipo de azúcar que en presencia de candidiasis no se metaboliza adecuadamente por la orina y da resultados de test elevados.
  2. Estudio de microbioma y micobioma (en heces): .Estudio en PCR
  3. Por análisis de sangre. Si los niveles de eosinófilos tienden a estar en el extremo máximo y a la vez los niveles de basófilos bajos es una señal de que hay alguna alteración bacteriana y sobre crecimiento de levaduras.
  4. La prueba de la saliva (No es un diagnóstico definitivo, pero esta prueba casera ha dado resultados positivos en varias ocasiones)
    En ayunas enjuaga tu boca y luego deja que un poco de saliva fluya sobre la superficie de un vaso de agua destilada. Si durante los siguientes 30 ó 40 minutos, en especial durante los primeros minutos, la saliva se esparce, flota y forma pequeñas burbujas, todo está bien; si aparecen burbujas grandes o se hunde y el agua se vuelve turbia como si fueran filamentos: Posible infección fúngica.
  5. Mírate la lengua. La capa blanquecina puede ser una pista.

Para la candidiasis digestiva, además de recurrir a un tratamiento antimicótico para tratar la candidiasis, es necesario un manejo básico en combinación con la alimentación para obtener un resultados duraderos. En este post te doy pautas en alimentación para la candidiasis intestinal.

 

pan germinado de trigo sarraceno