COMER EMOCIONAL Y COMO CREAR NUEVAS RUTAS
¿Quién no se ha comido nunca una tableta de chocolate o a un paquete de patatas fritas para calmar una emoción?
De comer emocional va este post.
Hablar de comer emocional es cuando tomamos alimentos con el objetivo de “llenar un vacío”. Lo hacemos para apaciguar una emoción o sentimiento que no apetece (la mayoría de las veces): ira, estrés, culpa, aburrimiento, soledad…
Para algunas personas, la comida también puede ser una especie de recompensa. Comer emocional es comer por otras razones que no sean cuando tienes hambre y para muchos, puede ser difícil saber si “nos comemos nuestras emociones” o no, ¡porque este mecanismo a menudo es inconsciente!
Una de cada tres personas come más en momentos de estrés, pero eso no significa que comer emocionalmente sea síntoma de trastorno psicológico.
Todos comemos para satisfacer nuestras necesidades energéticas, pero cuando el acto de comer se vuelve sistemático, aparece el comer emocional y se convierte en un sufrimiento… El cuerpo pierde el rumbo del hambre y la saciedad. Y el acto de comer se puede convertir, al igual que los cigarrillos o el alcohol, en un medio adictivo para regular las emociones.
¿Cómo afecta la comida a nuestro estado de ánimo?
Pues esto influye de varias maneras.
Por un lado la liberación de serotonina en el cuerpo viene con la sensación tranquilizadora de estar saciado, con el estómago lleno.
Pero mucho antes de la saciedad, está la estimulación sensorial ligada al placer gustativo la que desencadenaría el placer y por tanto la liberación de dopaminas y endorfinas. Es este sentimiento el que a veces buscamos compulsivamente en el acto de comer.
Los estudios también muestran que los alimentos estimulan a nuestro cerebro de otras maneras. Bajo el efecto del estrés, su hormona, el cortisol, parece estar modulada por la ingesta de alimentos ricos en calorías. Es decir, ¡preferimos comer alimentos muy grasos y dulces cuando estamos estresados!
La alimentación emocional afecta a todas las personas en mayor o menor grado y lamentablemente, a veces, la pérdida de control provoca trastornos alimentarios (bulimia, hiperfagia).
¿Cómo limitar el impacto del comer emocional manejando sus causas?
- Gestión de nuevas emociones: aprender a observar el vínculo entre una emoción y una necesidad. Es importante acompañar a la emoción y no ignorar lo que se está sintiendo. Seguramente necesites llorar, gritar o bailar.
- Atención al cuerpo: Ya que los sentimientos siempre se expresan a través del cuerpo, éste es un enfoque sensato para sentir los propios sentimientos. Por lo tanto, un ejercicio que recomiendo es retirarse durante un breve periodo de tiempo y realizar el llamado escaneo corporal, en el que puedes analizar cómo se sienten las partes individuales de tu cuerpo. Si estás en la oficina, seguro que puedes retirarte al baño para esto y si estás en casa, mejor.
- Poner en marcha técnicas: La respiración (coherencia cardíaca), la meditación o realizar una actividad placentera (pasear, hacer deporte, darse un masaje, bailar, etc.)
- Lo natural: Desde igual forma, ciertas plantas o complementos alimenticios, pueden ayudar. Por ejemplo la Griffonia, precursor de la serotonina, podría ayudar en momentos de estrés o la Rhodiola ayudaría a reducir la ansiedad.
- Aceites esenciales: Una buena sinergia de aceites esenciales antiestrés como por ejemplo combinar lavanda y manzanilla romana. Otra combinación sería mejorana con bergamota. O si notas como un nudo en el estómago podría ayudar una sinergia de manzanilla romana y albahaca. Y si te gusta el ylang-ylang, este aceite esencial te ayudará a alejar de tu mente a tus preocupaciones.
Evidentemente, las plantas y los aceites esenciales es mejor utilizarlos de forma ecológica para obtener una mejor calidad y en general, más principios activos. Sin olvidar que la actividad física tiene un fuerte impacto en la mente y que a menudo, un buen paseo o una sesión de deporte, te ayuda a activar tu metabolismo y hacerte respirar de manera que rompes con la espiral del estrés.