Lo más probable es que, si has hecho clic en este artículo sobre cómo cultivar el amor propio, te vendría bien algo de apoyo en el área de la autocompasión. Y aunque no soy una especialista en este tema, llevo años practicando y acompañando a mujeres sobre todo, a cultivarlo a través de mis sesiones de Nutrición Integral, en concreto gracias a las Constelaciones Familiares. Sigue leyendo para conocer mi punto de vista y algunos consejos prácticos lejos de citas inspiradoras. Pero ojo, tampoco hay que excluir las frases inspiradoras si te ayudan.

1. El amor propio es una práctica y no un destino.

No hay una línea de meta que tengas que cruzar cuando te amas de verdad. Porque el amor propio no es constante ni permanente. No es estar “enamorada” de una misma y tampoco me refiero a un amor de cuento de hadas, donde todo es perfecto y luego vamos con la palabra «amor» llena de tensión por la vida. Eso no es realista.

No creo que nos de la vida para amar todo sobre nosotras mismas. Hay días en los que parece que todo se tuerce. Igual que las relaciones de pareja a largo plazo, en el amor propio, hay que cultivar el compromiso, la aceptación, la perseverancia, la neutralidad,… Son aspectos que no se compran ni se instalan de la noche para la mañana. Como cualquier hábito, aceptarte y ser más amable y compasiva contigo misma requiere práctica.

2. No tienes que amar tu realidad para saber cómo cultivar el amor propio.

Imagínate en un momento de tu vida en el que te sientes fatal, casi a punto de tirar la toalla, con la energía por los suelos y la moral en la otra punta del planeta. Piensa en tu mejor amiga, o en tu pareja o en esa persona que siempre está ahí, apoyándote. ¿Qué te dicen? ¿Cómo te tratan?. Entonces, ¿Por qué no te tratas tú de la misma manera? Amamos a nuestros padres, hijos, parejas a pesar de sus defectos, sin embargo no conseguimos amarnos a nosotras «imperfectas». Pero si te das cuenta, la perfección no es el requisito previo para ser amadas por otras personas. Entonces, tampoco lo es para amarnos. Podemos empezar a practicar la autoaceptación y tal vez de «a poquito», surja el amor propio.

Es muy gratificante soltar el anhelo de que las cosas sean diferentes de como son. Dar gracias y aceptar sin enjuiciar lo que nos toca vivir en cada momento de nuestra vida, es asegurar un mejor futuro. De lo contrario puedes verte envuelta en un diálogo interno muy negativo, del cual será más difícil salir. Recuerda: «Lo que resistes, persiste».

Incluso si ves que te equivocas. No importa. Perdonarte es crucial. No voy a negar que la teoría es más fácil que la práctica. Pero nadie dice que sea fácil. La idea es evitar quedar atrapada en la culpa, el victimismo, la queja… Por el contrario, observar que hay de enseñanza en cada situación es liberador. Nos ayuda a asumir la responsabilidad cuando hacemos algo que no nos hace felices para que podamos avanzar hacia la vida más fácilmente.

 

 

Y sí, duele. Claro que puede doler. A veces la vida nos envuelve en situaciones de lo más complicadas y es normal y natural darnos tiempo y vivir cualquier sentimiento tan plenamente como podamos. Pero siempre y cuando nuestra mirada nos lleve a la «ACEPTACIÓN». Porque todo lo que sucedió en el pasado tiene un propósito. El propósito de aprender a tomar conciencia de tus emociones y conectarlas con tu vida diaria. Curar tus heridas y mirar cómo estás posicionada en el universo. Así que sí, el amor propio nos empuja a seguir adelante como una oportunidad para vivir de manera diferente.

3. Desafía tu narrativa mental negativa aferrándote a los hechos.

Los budistas explican el sufrimiento como dos flechas. La primera flecha es el evento desafortunado que nos sucedió, una flecha dolorosa fuera de nuestro control. La segunda flecha es la historia que nos contamos sobre ese evento: este sufrimiento es auto infligido. El amor propio, significa no dispararnos a nosotros mismos con esa segunda flecha. La primera flecha, por ejemplo, podría ser el hecho de que un ser querido muere de alguna enfermedad. La segunda flecha podría ser que te digas a ti misma que no habría muerto si lo hubieras convencido de ir al médico antes. En otras palabras, una situación puede ser emocionalmente dolorosa, por supuesto, pero la historia que nos contamos al respecto es a menudo la principal fuente de nuestro sufrimiento.

Otra forma de desafiar nuestra narrativa interna negativa es preguntarnos de dónde vienen esos pensamientos. Por ejemplo, si no amas a tu cuerpo, tal vez estés alimentando ese desprecio por muchas de las publicaciones en las redes sociales que provocan la comparación. Darte cuenta que los pensamientos negativos sobre ti a menudo son los resultados de condicionamientos culturales, de la infancia…

A veces interiorizamos la voz de un familiar hipercrítico. Una madre con baja autoestima que se recriminaba a sí misma cuando cometía errores. O una abuela que sufrió de malos tratos. Este tipo de contextos nos afectan incluso de adultos. Romper patrones intergeneracionales es difícil de hacer, pero también puede ser un paso fortalecedor para cultivar el amor propio.

El amor propio no se trata de culpar a nuestros padres, familiares, amigos o a la sociedad. Es posible que cada quien hizo y hace lo mejor que puede. No somos responsables de las formas en que fuimos lastimados, malinterpretados o descuidados, pero es nuestra responsabilidad, como adultos, abordar y ajustar las estrategias de afrontamiento que desarrollamos para lidiar con ese dolor. Para mí una herramienta que me ayudó y sigue ayudando son las Constelaciones Familiares. Me ayuda a aceptar lo que sucedió en el pasado para poder superarlo y acercarme más al amor propio.

5. Practicar establecer límites, en la vida real para desarrollar la autoestima.

Establecer límites seguros en las relaciones es un paso importante para cultivar el amor propio. Evita dedicar tu tiempo y energía a personas (y aquí también se incluye a la familia) que despiertan y apuestan por sacar sentimientos de bajeza. No busques agua en un pozo vacío. En cambio, rodéate de personas que se centren en la compasión, el placer, la comodidad, la seguridad y la comunicación, por poner algunos ejemplos.  Es posible que tengas que terminar una relación con alguien que en estos momentos te haga sentir mal contigo misma. Y si no puedes detener toda comunicación de inmediato o en absoluto (en el caso de un jefe, por ejemplo, o una madre crítica), intenta practicar la integración, la aceptación y la comprensión final. Nuevamente me remito al crecimiento personal que aportan las Constelaciones Familiares.

6. Recuerda que amarte, o al menos aceptarte, es una búsqueda que vale la pena.

Como mencioné antes, las redes sociales y en concreto las personas influyentes en las redes sociales pueden hacer que el amor propio parezca superficial o incluso tóxico (por ejemplo, usar el «amor propio» como una forma de evitar asumir la responsabilidad de las propias acciones). Pero el amor propio tiene el potencial de impactar profundamente tu vida si lo defines como una aceptación de quién eres y un compromiso con el crecimiento personal. El amor propio no es mirarse el ombligo y nunca contribuir al mundo. De hecho, es la mejor base para tener una relación amorosa y saludable con otra persona. Es la mejor base para ser madre, amiga, pareja… Es la mejor base para compartir tus dones mientras estás al servicio de la vida.

Espero que te haya gustado este post sobre cómo cultivar el amor propio y te invite a reflexionar. Puedes escribirme y dejar tus comentarios. Me alegrará leerte. Gracias por estar ahí y leerme.