¡Feliz año!

Después de tanta comida muchas personas buscan una una dieta después de navidad y es que después de los excesos navideños no es de extrañar. Enmascarar y borrar síntomas desagradables como los dolores de cabeza, el estreñimiento o la retención de líquidos resulta fácil, pero, cuando se trata de la ansiedad, el malhumor o incluso la rabia, ¿cómo se enmascaran?.

 

Y es que a menudo utilizamos la comida para protegernos o evadirnos de la realidad, comiendo y bebiendo en exceso. Grasas saturadas, embutidos, horneados de harina, galletas y sal, van generando una coraza de aislamiento que nos lleva directos a una alerta roja de emociones. Una dieta después de Navidad nos puede ayudar si es integral y atiende a todos esos factores.

 

Si queremos explorar nuestra salud tendríamos que ver un poco más allá. Quizás el aprendizaje más grande  es entender la increíble capacidad que tenemos para mantenernos vivos, a pesar de cómo en ocasiones nos tratamos. Parte de nuestro autocuidado es desarrollar la sensibilidad y la conciencia para sentir lo que nuestro cuerpo necesita para cuidar de sí mismo. ¿Estamos preparados para sentir realmente cada comida y notar el efecto que tiene sobre nosotros? ¿Haremos el esfuerzo para encontrar maneras de reducir el estrés y aplicarlos? ¿Seremos capaces de dedicar tiempo a actividades que nos ayuden a estar saludables? Si esto es posible, podemos seguir un camino sorprendente que conducirá a todo tipo de descubrimientos.

 

Nuestros antepasados estaban más conectados a la madre tierra y no buscaban la «dieta después de Navidad»

 

Desde el sentido común, la intuición y aveces por la falta de recursos, ellos, después de las fiestas basaban su alimentación en una dieta depurativa con alimentos naturales y vivos, manifestándose en el carácter menos agrio y estresado que vemos hoy en día.

La buena noticia es que podemos cambiar nuestras prácticas y aliarnos con nuestra salud alimentándonos en la dirección correcta y experimentar poco a poco cómo nuestra vitalidad, estado de ánimo y bienestar aumentan.

 

Se puede conseguir un buen equilibrio.

 

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¡Somos los creadores de nuestra vida y también podemos «descrear» lo que no nos guste!