EL YIN Y EL YANG EN LA ALIMENTACION
- Ejemplos de cómo se manifiestan estas dos fuerzas lo tenemos en todas partes:
– En nuestra bioquímica, a nivel arterial, el exceso de sodio (yang) contrae los vasos y aumenta la presión sanguínea; el potasio (yin) los relaja y reduce la presión.
– En los alimentos, todos los alimentos contienen aspectos del yin y del yang, pero algunos pertenecen de modo predominante a una u otra categoría. El vinagre es antiséptico, astringente, diurético, fungicida. Enfría y su energía es ascendente (yin); el tamari altamente remineralizante, tonificante, fortalecedor del sistema nervioso y digestivo. Además es un alimento fermentado y calienta (yang).
– En los estilos de cocción, los alimentos consumidos sin calor (crudos, macerados…) nos refrescan (yin) y los cocinados (salteados, hervidos, horneados…) generan calor interno (yang).
El yin y el yang en la alimentación
- A continuación te detallo una lista de alimentos según su energía y sus efectos. De más contractivo a más expansivo.
Sal: consumir mejor sal marina sin refinar, la sal refinada o yodada contiene menos minerales y es aún más contractiva. El riñón es el órgano que más sufre con exceso de sal y es el que rige nuestra vitalidad.
Carnes, grasas saturadas: consumirla nos llevará de nuevo a comer el extremo opuesto expansivo como el vino o el azúcar y nos aleja de consumir alimentos centrados y equilibrados como un plato de verduras.
Lácteos duros: las grasas saturadas de estos productos se acumulan en la parte baja del cuerpo especialmente en el aparato reproductor, ovarios, trompas, próstata.
Horneados: panes tostados, dextrinados, muy secos, producen contracción especialmente en páncreas, produciendo una bajada de insulina que el cuerpo necesitará compensar con algún producto dulce.
Condimentos: miso, tamari, shoyu: productos de la fermentación de la soja. Son potenciadores de la digestión y alcalinizan la sangre.
Pescados y mariscos: son alimentos más centrados energéticamente hablando, tonifican y refuerzan el organismo. Como proteína animal son la mejor opción.
Cereales integrales: Son la base de una dieta equilibrada, fuente de vitalidad y energía. Nutren el sistema nervioso, nos centran y dan estabilidad. Se recomienda un porcentaje alto de cereales integrales en la dieta diaria: quinoa, trigo sarraceno, avena, mijo…
Legumbres: Excelente fuente nutricional, ricas en: hidratos de carbono, proteínas, vitaminas, minerales, grasas y agua. Combinada con cereales conseguimos una proteína completa con alto valor biológico. Si además quieres completar su perfil nutritivo añade el aminoácido triptófano del sésamo, por ejemplo.
Hortalizas: fuente de vitaminas, minerales y juventud de los tejidos. Es importante en meses fríos equilibrar la dieta con cocciones largas de legumbres, con raíces, cereales y algas, para evitar frío interno y falta de vitalidad.
Semillas y frutos secos. Una pequeña cantidad acabará al día nos aporta minerales y vitaminas necesarios. El sésamo muy recomendable, triturado o triturado con sal (gomashio).
Pickles: son verduras fermentadas con sal. Se pueden añadir a la comida y facilitan la digestión, aliviando la pesadez digestiva y mental después de una comida copiosa. Regenera la flora intestinal, aumentan las defensas del cuerpo y tonifican el hígado.
Las algas: alimentos altamente remineralizantes. Nutren y calman el sistema nervioso. Son depurativas, eliminan toxinas del cuerpo, metales pesados y grasas animales.
La fruta: en general la fruta es de naturaleza fría y por lo tanto nos refresca. Si somos sedentarios, sufrimos de digestiones difíciles, exceso de peso, metabolismo lento o dispersión mental es mejor reducir su ingesta durante los meses fríos, ya que nos enfría todavía más.
Lácteos blandos: producen mucosidad y bajan la energía, generan depósitos en las arterias y en muchos casos alergias. El kéfir es el mejor lácteo por su capacidad de regenerar la flora bacteriana intestinal, aún así es de naturaleza muy fría.
Aceites: sus efectos varían según se consumen crudos o cocinados. Crudos tienen efecto expansivo, enfrían y relajan. Cocinados su efecto es de contracción, densidad y calor. Un exceso en la dieta puede ir acompañado de una necesidad de consumo de sal.
El azúcar: el azúcar, la sacarina, fructosa, arpartamo, sorbitol… tienen un efecto altamente desmineralizante y acidificante, ocasionando descalcificación ósea, eliminando vitaminas del grupo B, alterando la flora intestinal, producenciendo dispersión, falta de concentración y cansancio. Las melazas de arroz, cebada, maíz, amasake y concentrados de frutas son buenos sustitutos a los azúcares refinados.
Comprender y observar los efectos de estas energías nos permite adaptarnos mas fácilmente a los cambios y equilibrar esas fuerzas presentes en todo lo que nos rodea. Como dice el refrán: “en el punto medio está la virtud”. Si puedes reconocer estas dos energías, en ti, en un alimento, en tus emociones, en el clima… podrás equilibrarte y alinearte en cada momento.
Adjunto enlace a la revista BLUSH MAGAZINE donde se publica este post. ¡Mil gracias!
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